Diciembre de 2024  |  ✓  Revisado desde el punto de vista médico por: Eva Södergren, Sr. Gerente, Asuntos Médicos y Científicos Globales, Alergia

La dieta española hace un uso destacado del tomate, un ingrediente fundamental en una gran variedad de platos. Desde las salsas y purés que acompañan a la pizza, la pasta, las berenjenas a la parmesana, la lasaña y otros platos tradicionales, hasta su inclusión en ensaladas y guarniciones frescas.

Aunque el tomate es un alimento que, en general, puede causar algo de acidez estomacal, la mayoría de las personas lo toleran sin problemas.

Sin embargo, el consumo de tomates puede provocar muchas molestias a quienes presentan sensibilización a esta fruta y que, por lo tanto, corren el riesgo de sufrir una verdadera reacción alérgica.

La alergia al tomate puede provocar manifestaciones alérgicas de distinto calibre.

Entre los síntomas menos graves, se incluyen:

• erupciones cutáneas;
• enrojecimientos de la piel;
• picor;
• quemazón en la piel.

Entrar en contacto con esta fruta podría ser suficiente para la aparición de estos síntomas: de hecho, el contacto con la piel es suficiente para que el sistema inmunitario libere la histamina en el organismo, lo que desencadena una reacción alérgica.

En algunos casos, las personas sensibilizadas al tomate pueden experimentar reacciones más graves, especialmente si ingieren el alimento. Entre las molestias más comunes se encuentran:

• hinchazón de los labios y/o la boca;
• urticaria;
• dificultad para tragar;
• síntomas gastrointestinales, como vómitos;
• dolor abdominal;
• diarrea;
• dificultades respiratorias.

Aunque estos son los síntomas más frecuentes de la alergia al tomate, algunas personas pueden experimentar molestias más difíciles de asociar directamente con una alergia alimentaria, como:

• dolor de cabeza;
• trastornos del sueño;
• náuseas;
• cansancio e irritabilidad.

Los tomates son por naturaleza ricos en histamina y también pueden actuar como liberadores de esta. En otras palabras, pueden desencadenar la liberación de la histamina existente en el cuerpo y, por lo tanto, provocar reacciones que no son atribuibles a la alergia mediada por la IgE. 

Lo primero que solemos hacer cuando experimentamos reacciones alérgicas sospechosas de ser causadas por un alimento es eliminar dicho alérgeno de nuestra dieta.

Este comportamiento puede generar un riesgo de desequilibrios importantes en la salud si no se conoce con certeza el origen de los síntomas. Por eso, es fundamental contar con la orientación de un alergólogo, quien podrá confirmar si se trata de una alergia al tomate.

¿Qué hacer, entonces? En primer lugar, se recomienda consultar al médico de cabecera, quien podrá prescribir personalmente las pruebas de sensibilización a los alérgenos que pueden ayudar a llegar al diagnóstico. En conjunto, el médico y el alergólogo desarrollarán un plan de control de alergias adecuado, teniendo en cuenta el historial médico y los resultados de la exploración física.

El diagnóstico de la alergia al tomate se puede realizar mediante un análisis de sangre sencillo, en el que se buscan los anticuerpos IgE específicos, que son los que se activan al entrar en contacto con los alérgenos.

Con los resultados de los análisis de sangre, se podrá determinar el mejor enfoque para reducir la exposición al alérgeno y llevar una vida lo más saludable y tranquila posible, siempre bajo la supervisión de su médico.