Cuando se trata de diagnosticar alergia alimentaria, hay dos pruebas a las que suelen recurrir los profesionales sanitarios: las pruebas de punción cutánea y los análisis de sangre de IgE específica (sIgE). A primera vista, ambas parecen bastante sencillas. Pero ¿se ha preguntado alguna vez qué miden realmente estas pruebas y cómo ayudan exactamente al diagnóstico de una alergia alimentaria?
Ha llegado al lugar adecuado. Sírvase algo de beber, salga de Twitter y póngase cómodo para sumergirse en la ciencia que hay detrás del diagnóstico de la alergia. Las cosas pueden complicarse un poco, pero le prometemos que haremos el viaje lo más llevadero posible.
Vamos a contarle un secreto: Para entender realmente la alergia y cómo se diagnostica, tenemos que hablar del sistema inmunitario. Sí. Ese sistema inmunitario. El que utiliza para luchar contra los resfriados, las gripes y todo lo demás.
Empecemos con algo llamado inmunoglobulina E (IgE).
¿Qué es la IgE?
Nuestro sistema inmunitario contiene una complicada red de defensores que trabajan juntos para mantenernos sanos. Algunos de esos defensores se llaman inmunoglobulinas, también conocidas como anticuerpos, que se unen a patógenos como los virus y los microbios para desactivarlos. Probablemente haya oído hablar de estos pequeñines a propósito del resfriado común o de las infecciones de las que se defiende su cuerpo. Este mismo tipo de ejército de defensores es el que se moviliza para hacer frente a los desencadenantes alérgicos.
La alergia se produce cuando nuestro cuerpo produce niveles elevados de cierto tipo de anticuerpos defensores, llamados IgE, para combatir la amenaza percibida de un alérgeno.
Estamos adelantándonos a los acontecimientos. Hora de una rápida lección de historia.
La IgE se descubrió en 1967 cuando los investigadores hallaron que las personas que tenían reacciones alérgicas a sustancias que no eran típicamente dañinas (piense en el polen o la leche) tenían niveles elevados de anticuerpos IgE específicas en la sangre.1 Los síntomas de una reacción alérgica se desencadenan cuando los anticuerpos IgE interactúan con un alérgeno y provocan la liberación de sustancias químicas, como la histamina. Este peligroso baile puede provocar desde urticaria y picor de ojos hasta anafilaxia.
¿Qué es la sensibilización alérgica?
Las personas que producen una sIgE elevada que puede reconocer un alérgeno específico se describen como "sensibilizadas" al alérgeno. Tener un aumento de sIgE se correlaciona con una mayor probabilidad de tener una reacción alérgica cuando se expone a ese alérgeno.
Pero la sensibilización no garantiza que la persona vaya a tener definitivamente una reacción alérgica. En el caso de la alergia alimentaria, tampoco indica que un alimento deba eliminarse por completo de la dieta del paciente, sobre todo si actualmente come el alérgeno sin problemas.
A nivel molecular, los anticuerpos IgE no reaccionan realmente a los alimentos completos. No hay ninguna pantalla de alarma que diga "ADVERTENCIA: CACAHUETE" o "INTRUSO DETECTADO: HUEVO". En cambio, los anticuerpos IgE reconocen e interactúan con pequeños fragmentos de cada alérgeno. En el mundo del diagnóstico, estos fragmentos se denominan componentes del alérgeno.
¿Qué son los componentes de los alérgenos?
Pensemos en un alérgeno completo, como un cacahuete, como un gran puzle. Cada pieza del puzle suele ser una pequeña parte de una proteína que podría ser reconocida por un anticuerpo IgE. Llamamos a estas diferentes piezas del puzle "componentes" y a las pruebas de diagnóstico que las reconocen "pruebas de componentes". En la mayoría de los casos, un componente alérgeno específico se une al anticuerpo IgE que lo reconoce y no a otros, de forma similar a como una llave encaja en una cerradura.