Aunque es cierto que hay un aumento de polen durante la primavera, el verano e incluso hasta principios del otoño, es un error asumir que el polen es el único desencadenante alérgico y que lo único que se puede hacer es tomar un antihistamínico. Con ello, además de jugar a las adivinanzas con su cuerpo, podría estar intentando tratar los síntomas sin saber qué los provoca. No es lo mejor.
"Pero Allergy Insider, mis síntomas de alergia siempre se manifiestan en primavera, y los influencers de Instagram también se quejan de sus alergias primaverales, así que será eso". Tal vez sí. Tal vez no. Piense en lo siguiente: Si se encuentra con varias sustancias a las que es alérgico al mismo tiempo, estas pueden acumularse, y es entonces cuando empezará a experimentar los síntomas.2,3 Esto se denomina umbral de síntomas.
Piense que su umbral de síntomas es el borde de una taza vacía, y que las diferentes sustancias a las que es alérgico son líquidos. Una salpicadura de polen, un chorrito de caspa de mascotas, una cucharada de ácaros del polvo: la taza rebosa y todo le salpica en la cara. Pero, si puede modificar ese molesto cóctel reduciendo la exposición a uno o dos de esos alérgenos, seguramente su taza no rebose. Y entonces, a lo mejor, no le pican los ojos, no estornuda y no tendrá que estar yendo una y otra vez a comprar más antihistamínicos.
Obviamente, no podemos controlar la naturaleza. (Y la madre naturaleza puede protestar bastante). No obstante, podemos hacer mucho para reducir la exposición a los furtivos alérgenos de interior, que son igual de capaces de provocar ese moqueo.